El engaño a los ojos, de Jerónimo López Mozo

La obra narra el camino que sigue Cervantes junto al personaje de Vagal para asistir a una fiesta en su homenaje y las representaciones o dramaturgos con que coinciden en el recorrido. Los protagonistas se cruzarán con autores como Valle-Inclán, Francisco Nieva, José Bergamín, Alfonso Sastre y Romero Esteo (dentro y fuera de escena), quienes le declararán su admiración al alcalaíno.
Esta entrada es una adaptación del texto «El Quijote y Cervantes en la obra de Jerónimo López Mozo» publicado en Recreaciones teatrales y alegorías cervantinas, ed. Carlos Mata Induráin, EUNSA, Pamplona, 2012.

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López Mozo tiene dos obras inspiradas en Cervantes y su novela: El engaño a los ojos (escrita en 1997 y publicada por la Junta de Castilla y León al año siguiente) y En aquel lugar de la Mancha (de 2005). La segunda es una versión muy personal del Quijote y la primera, un homenaje a Cervantes y a su influencia en el teatro español posterior a su época. En esta entrada nos centraremos en El engaño a los ojos; dejamos la segunda obra para una aproximación futura.

Portada de El engaño a los ojos

En primer lugar, el título de la obra coincide con el del motivo literario del mismo nombre, que consiste en la burla a un pueblo facilitada por convenciones de tipo social como sucede, por ejemplo, en El retablo de las maravillas. Pero esta expresión también es el título de una prometida comedia cervantina que el autor alcalaíno menciona en su prólogo a Ocho comedias y ocho entremeses nuevos. Precisamente con la adjudicación de este título termina la obra de López Mozo:

Vagal.— Sólo me falta, para concluir la comedia, ponerle título. No imagino otro mejor que el que usted ideó para una que dejó sin componer.

Cervantes.—   Diga cuál…

Vagal.— El engaño a los ojos.

Cervantes.— Suyo es para siempre.

Se selecciona el título de la obra en sus propias páginas porque la acción dramática que transcurre en el mundo de la ficción se está redactando al mismo tiempo en ese mundo ficcional. El propio texto, en sí mismo, es una obra sobre la composición. Hemos señalado cómo se decide su título al final del último acto; en otro momento concreto también se desvela este juego de realidades, la creación de la obra dentro de la misma obra:

Vagal.— Anoto lo que están diciendo.

Valle-Inclán.— ¿Para ponerlo en esta obra?

Vagal.— Si ustedes no se oponen…

Precisamente, esta forma dramática de carácter reflexivo y metateatral es el elemento fundamental de El engaño a los ojos. No nos detendremos aquí, pero me gustaría destacar únicamente una de estas situaciones en que los personajes son conscientes de su teatralidad:

Don Quijote.— ¿De qué disfraces hablan, Sancho? Señores, mi escudero y yo estamos hechos de sustancia dramática.

Sancho.— Por todos los poros de nuestra piel rezuma el teatro.

El texto se abre con una breve introducción redactada por López Mozo donde este reconoce su deuda con una amplia nómina de autores y críticos (desde Cervantes y Lope de Vega hasta César Oliva o Francisco Rico, pasando por Valle-Inclán), algunos de los cuales aparecen como personajes en la obra o son  mencionados en ella. El más relevante del grupo es Cervantes, ya que protagoniza el texto junto al personaje de Vagal (en quien es posible ver un álter ego de López Mozo: un autor dramático, perteneciente al teatro marginal y que siente admiración por Cervantes), y los otros dramaturgos españoles que aparecen surgen precisamente a partir del rastreo que López Mozo realiza de la influencia del primero en el teatro nacional.

En cuanto al argumento de El engaño a los ojos y su organización externa, la obra narra el camino que sigue Cervantes junto a Vagal para asistir a una fiesta homenaje al primero de ellos y las representaciones o dramaturgos con que coinciden en el recorrido, a través de seis actos carentes de acotaciones. Sí sabemos, gracias a la introducción que realiza López Mozo a la obra, que la acción sucede «a principios del 97», cuatrocientos cincuenta años después del nacimiento de Cervantes. La pieza comienza cuando Vagal va a buscar a Cervantes en nombre de Talía, la musa de la Comedia, porque se va a celebrar una fiesta en su honor, a pesar de que el escritor rechaza cualquier mérito teatral:

Él [un librero] puso mis obras en la estampa y durante algún tiempo quise convencerme de que mejor se entenderían leyéndolas que viéndolas representadas. Necio consuelo. No es teatro lo que permanece lejos del contacto con las tablas.

Sin embargo, Vagal sí reconoce el valor de la dramaturgia de Cervantes; precisamente, en ese mismo momento, comienzan a su alrededor los preparativos de La Barraca para representar los entremeses cervantinos. Vagal pretende llevar a Cervantes a conocer a diversos dramaturgos con el fin de que le convenzan para asistir a su homenaje, y se cruzarán con autores como Valle-Inclán, Francisco Nieva, José Bergamín, Alfonso Sastre y Romero Esteo (dentro y fuera de escena), quienes le declararán su admiración al alcalaíno.

Al final, Cervantes acepta la fiesta organizada por Talía gracias a la intercesión de los dramaturgos españoles, y los protagonistas llegan al sitio donde tendrá lugar la fiesta: el teatro que se ha construido sobre los cimientos del corral del Príncipe madrileño. Sin embargo, a la entrada del teatro, Zoilo (personaje que comparte nombre con un conocido y feroz crítico de Homero en la Grecia antigua) anuncia que la fiesta ha sido anulada; es representante de aquellos que rechazan el mérito de Cervantes, y pretende castigarlo. Zoilo y su compañero Catón acusan al escritor de haber criticado a Lope de Vega; Cervantes se enoja por ello y pretende irse, pero le exigen que pida perdón de rodillas. Cuando él se niega, comienza entre ellos una pelea. Es entonces cuando aparecen don Quijote y Sancho para socorrer a su autor. No son los personajes cervantinos sino una representación más de ellos, pero el escritor los acepta igualmente:

Zoilo.— ¿Los reconoce como suyos? Para mí que éstos tienen su propio padre. ¿Es que no sabe que son muchos los que andan por el mundo con sus mismos nombres? Ninguno se parece a otro, que cada cual ha salido como Dios ha dado a entender a sus progenitores.

Cervantes.— De ninguno reniego.

También aparece el Ventero, reconvertido en director de escena, y más personajes del Quijote (la compañía de Angulo el Malo y maese Pedro) que resultarán ser los dramaturgos españoles caracterizados. Todos juntos terminan yendo en procesión en busca de Talía, y la obra finaliza con el comienzo de este gran desfile del teatro.

Con esta obra de 1997, en conclusión, Jerónimo López Mozo consigue dos aspectos fundamentales: en primer término, realizar un homenaje a Cervantes y dejar constancia de su influencia posterior en la dramaturgia española. Destacan principalmente, en este sentido, la reflexión metateatral ―de la cual es reflejo El engaño a los ojos en su propia composición―, el juego de realidad y ficción (en el escenario desfilan diversos dramaturgos reales del siglo XX español, además de Cervantes, mezclados con personajes de sus mismas obras) y la humanización de los personajes, seres que se interrogan sobre su propia personalidad y su existencia en el mundo. En segundo término, López Mozo traza una línea temporal del teatro español marginal o subterráneo (es decir, que ha vivido al margen de la aceptación de masas y que, además, ha criticado la sociedad y el teatro de su tiempo) desde el Siglo de Oro hasta nuestros días, encontrando de esta forma un lugar identificativo para sí mismo y su obra en esta historia de la dramaturgia.

Un Comentario

  1. elarrendador

    Querida María, nunca había entrado a tu blog, pero desde ya me hago seguidora, tus entradas son la mar de interesantes!! Esta obra de López Mozo tiene una pinta genial, y tal como la analizas, más todavía!
    Sigue con este proyecto bloguero, que es muy original y muy atractivo.

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